miércoles, 6 de noviembre de 2013

EXPOSICIÓN: III Centenario de la Real Academia Española


La casa de las palabras

Palabras. ¿Qué sería de nosotros sin las palabras? Son ellas las que describen, definen y comunican el mundo, nuestra manera de observar y analizar la realidad que nos rodea. Lo que no tiene palabra, lo que no está bien relacionado en una combinación de letras, no se puede expresar. Mediante ella se puede enamorar, pero también desencantar. Se construye, se destruye y se restaura. Cada cultura se fundamenta en base a un contexto y el lenguaje es el reflejo en el que se mira la evolución de los acontecimientos, de las costumbres, de los usos y de las creencias.

La cantidad de palabras que conozcamos -nuestro diccionario mental-, tendrá claras consecuencias en la capacidad que tengamos para exteriorizar lo que se nos pase por la cabeza, y por tanto, para manejarnos en sociedad.
Un diccionario es un fiel libro de historia, que documenta meticulosamente el paso del tiempo en una cultura y lo plasma mediante la herramienta más utilizada por todo ser humano: la lengua. Así las cosas, se pueden imaginar la exuberante tarea que supone construir la utilización de la palabra, o más bien, la correcta utilización de ésta.

El 6 de julio de 1713 se engendra en nuestro país un laboratorio repleto de intelectualidad, sustentado en ocho científicos del lenguaje decididos a poner orden a la vorágine de vocablos que se manejaban por aquel entonces. Artesanos de la dicción emprendieron lo que hoy, nada menos que trescientos años más tarde, se ha traducido en un glosario que contiene -agárrense- 88.000 joyas de la retórica.  

El templo que las cobija se conoce como Real Academia Española, que tras cumplir las tres centenas, abre sus puertas tan campante y orgullosa de exhibir sus bellezas: 322 piezas entre las que se encuentra, por decir una, el Retrato de Jovellanos dibujado por Francisco de Goya; o metiéndonos ya en materia bibliográfica, tesoros manuscritos como el Libro del buen amor, del Arcipreste de Hita u otros autógrafos de maestros de la escritura como Lope de Vega, Quevedo o Zorrilla.

Una oportunidad que no se presenta a menudo, y que ningún amante del arte del vocablo debería dejar escapar. Ya sabéis: el tiempo pasa rápido, todavía tienes hasta el 26 de enero del año próximo: ¡que no te lo cuenten!

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