domingo, 15 de diciembre de 2013

EXPOSICIONES SURREALISTAS EN MADRID

Madrid se deja querer por el Surrealismo


¿Qué son los sueños sino una realidad paralela que se apodera de nosotros cuando nos encontramos en el letargo más profundo? Resulta casi aterrador darse cuenta del estado de indefensión en el que quedamos mientras dormimos. Todo o casi todo lo que hacemos a diario se puede domar. Pero, cuando uno se sumerge en el mundo onírico, de repente, pierde el control. Todo se desvirtúa y podemos vivir en carne propia situaciones surrealistas e inimaginables mientras soñamos. Muchas veces estos sueños pueden incluso proporcionar pistas reveladoras sobre lo que en realidad sobrevuela nuestros pensamientos y preocupaciones más ocultas que, a menudo, consciente o inconscientemente ignoramos. 

El Surrealismo es un movimiento que tomó su nombre por los años 20 del siglo pasado. Con el fin de la Primera Guerra Mundial llegan las consecuencias de la masacre. La pobreza y la miseria se apoderan de Europa y de los europeos. Nadie entiende el porqué de tanta destrucción, el porqué de todas esas muertes. Como respuesta a esa incongruente situación, nace un movimiento loco, desquiciado con lo establecido y que lo que busca ya no es tanto dar explicación a las cosas, sino destrozarlas, quitarles el sentido. Reirse de este mundo depravado y burgués como método de autoconsuelo. Llevar a cabo una provocación abierta y descarada contra lo establecido: comienza así el Dadaísmo. Su principal representante, Tristan Tzara, lo explicaba así:

Dadá no significa nada. Si alguien lo considera inútil, si alguien no quiere perder su tiempo con una palabra que no significa nada [...] Por los periódicos sabemos que los negros kru llaman dadá al rabo de la vaca sagrada. El cubo y la madre en cierta comarca de Italia reciben el nombre de dadá. Un caballo de madera en francés, la nodriza, la doble afirmación en ruso y en rumano: dadá.
Tristan Tzara

Primera Exposición Internacional Dadá de 1920

Partiendo de esta especie de sinsentido, se llega al Surrealismo. Éste tomó el lado más amable y romántico de la locura de aquellos años, centrándose en el mundo de lo inconsciente fundamentado en los hallazgos psicoanalalíticos de Sigmund Freud en su gran obra La interpretación de los sueños en 1900. El Dadá en cambio, se desvió hacia lo destructivo y se convirtió en su propio peor enemigo, pues en las exposiciones dadaístas, una de las normas concedía al espectador el permiso para romper lo que no le gustara, y lo mismo podían hacer los propios artistas.

 Precisamente, de surrealismos va la cosa estos últimos meses y Madrid se llena de este movimiento rebelde e intuitivo. La moda comenzó con la exposición del más surrealista de todos, cuando muchas obras de Salvador Dalí pasaron el verano en el Museo Reina Sofia, atrayendo a casi 800.000 espectadores. La muestra fue récord de visitas y consiguió una repercusión que quedará para siempre en la historia de los museos de nuestro país. 

Herbert Bayer. Urbanita-Solitario. Foto, gelatina de plata.
A este inicio le ha seguido la Fundación Juan March, con la muestra “Surrealistas antes del surrealismo”. Con cerca de 200 dibujos, fotografías, grabados, libros y revistas que van desde el medievo tardío hasta el más vanguardista surrealismo; la exposición cuenta con nombres como Durero, Schön, Goltzius, Höch, Picasso, Goya, Klinger, Klee, Dalí y Masson, entre otros. En paralelo a la significativa exposición que bajo el título “Fantastic Art, Dada, Surrealism” organizó, hace 75 años, el director del Museo de Arte Moderno de NY, Alfred H. Barr, los documentos están organizados de manera que el visitante, al final de la muestra, comprenda que el surrealismo tiene sus orígenes hace siglos, cuando los artistas de la Edad Media ya se planteaban el arte de la subjetividad y lo inconsciente como motivo inspirador. 

Para coronar la ronda surrealista que recorre la capital española, el Museo de arte Thyssen-Bornemisza expone estos días "El surrealismo y el sueño". Una exposición que pretende ilustrar cómo ese modo de entender la vida que defiende el surrealismo está enraizado al vínculo entre el sueño y la imagen. En ella el visitante puede deleitarse la vista con dibujos, collages, pinturas, esculturas y fotografías de grandes nombres como, de nuevo, Salvador Dalí, André Breton, Renée Magritte, Yves Tanguy, Max Ernst, Jean Arp, Paul Delvaux, André Masson y Paul Nougé, entre otros más. 
Portrait of Salvador Dalí et Man Ray à Paris (Wikipedia)
Visto lo visto, se hace patente la ola surrealista que recorre la capital estos últimos meses. El movimiento significó, en su contexto, una vía para los artistas que permitió dar rienda suelta a su mundo interior, y liberar la psique mediante la expresión de los sueños, y con ellos, de las preocupaciones más personales. Toda una amalgama de ocurrencias alocadas que, para los que les gusta tenerlo todo bajo control, pueden resultar una buena terapia de choque. En cambio, las mentes más creativas encontrarán en estas exposiciones unos buenos compañeros de travesía. 

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