Una lástima. A la
mayoría de nosotros se nos encoge el alma sólo de pensar que el libro físico,
en papel, toqueteable y apilable, podría desaparecer en cuestión de años.
Solemos apartar rápidamente la idea de nuestras cabezas, convencidos de que
nunca se producirá un desenlace tan trágico para la literatura. Parecemos
completamente seguros de que el hábito de girar las páginas plácidamente tras
humedecerse el dedo índice perdurará entre nosotros ininterrumpidamente. Es el
momento de abrir los ojos.
El viernes 29 de noviembre se
celebraba la tercera edición del Día de las Librerías, organizado bajo el
paraguas de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros
(CEGAL). Una jornada que pretende, según reza el Manifiesto de los Libreros
redactado para la ocasión, “que seáis partícipes de la pasión que los
libreros ponemos al desempeñar nuestro oficio”. A cambio, el cliente podía
disfrutar de un 5% de descuento durante todo el día, y los establecimientos
permanecerían abiertos hasta las 10 de la noche.
Pues bien. Pasión,
desde luego, a los libreros les sobra. Clientes, por el contrario, no tanto.
Tras recorrer algunas librerías del centro de Madrid y conversar con sus
dueños, las conclusiones se hicieron evidentes. “A las librerías a pie de
calle, no les quedan ni cinco años”, contaban desde la librería Berkana (C/ Hortaleza 62). “Somos un gremio en peligro de
extinción. No nos apoya nadie. Antes hacíamos cajas de 3.500 euros, ahora si
llegamos a 500 nos damos con un canto en los dientes. Y de ahí tenemos que
pagar sueldos, luz y demás gastos. Tendremos que reconvertirnos y vender
zapatos en vez de libros. Nos reconvertiremos, no se puede ir contra los
tiempos”, zanjaban, no sin antes dejar una recomendación: “Si tenéis biblioteca
en casa no la tiréis, porque el día de mañana, cuando no haya producción en
papel, los libros de segunda mano tendrán su valor”.
La librería Pérez Galdós, fundada en 1942, ha
estado meses con el cierre echado y reabrió recientemente. “No hemos notado hoy
mucho más movimiento. El gremio no ha promocionado bien este evento, la gente
no se ha enterado”. Desde Tipos Infames
(C/ San Joaquín 3), sí notaron algo más de clientela, “pero en general, los
viernes son días de más venta que el resto de días”, explicaban.
En general sí, es
posible que con más publicidad, cartelería, bolsas especiales para la ocasión y
demás herramientas de promoción, el Día de las Librerías habría tenido más
éxito del que, en principio, tuvo. Pero lo realmente preocupante, lo que hay
que replantearse, es hacia dónde se dirige el mundo del papel, y con él, todos
los gremios que de él dependen. Según el Instituto
Nacional de Estadística, en 2008 había en España 7.074 librerías. En 2012
la cifra era de 5.556. Prácticamente 2.000 librerías han tenido que dejar el
negocio en 4 años. Un 21,5% menos. Y las previsiones no son esperanzadoras. En
el tercer cuatrimestre de 2011 se vendieron casi 21 millones de libros. Durante
el segundo cuatrimestre de 2013, poco más de 11 millones. Las ventas se han
reducido, en menos de dos años, prácticamente a la mitad.
La crisis no
acompaña. La sociedad española ya está suficientemente preocupada por llegar a
fin de mes. Así que es claro que adquirir un libro, que no tienen un precio de
por sí muy asequible, se revela como un esfuerzo difícil de realizar. Si a esto
le añadimos el fenómeno e-book, con la posibilidad de descargar gratuitamente
(e ilegalmente) los ejemplares, la ecuación se hace aún más cuesta arriba.
Librerías como Berkana, ya nombrada, realizaron en su día una inversión que
rondaba los 15.000 euros para adaptar todos sus tomos al formato digital. Sin
éxito, porque estando gratis en Internet, ¿por qué pagar por ello?
No. No es
sostenible. No podemos seguir con esta mentalidad. Del mismo modo que #gratisnotrabajo, gratis tampoco
escribo, ni hago películas, ni tomo fotografías… ni demás artes culturales que,
como todo en esta vida, necesita ser remunerado. Debemos hacer un esfuerzo y
tomar conciencia de que hay que pagar por lo que se consume, porque de lo
contrario, desaparecerá la posibilidad de que siga existiendo.
El e-book resulta
una estupenda oportunidad de rebaja en los precios de los libros, ¿por qué no
tomarla? “Es de buen nacido el ser agradecido”, asegura el refrán. Vamos a
hacerle caso, y seamos agradecidos con aquellos que llenan nuestra mente de
letras, reflexiones e historias, entre muchas otras cosas. Paguémosle lo mínimo
a cambio de lo que nos dan, que es mucho más que una cantidad monetaria. Y de
vez en cuando, sería conveniente hacer el esfuerzo de desembolsar algo más de
dinero a cambio de un ejemplar en papel. De lo contrario, no quedará otra
opción que llevarse las manos a la cabeza cuando no quede ni un lugar donde
comprarlo. Imaginaos la cara que pondrían, por citar una, los artífices de la
Generación del 27.
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