domingo, 17 de noviembre de 2013

EXPOSICIÓN: George Méliès. La magia de cine


George Méliès, el tío que inventó los efectos especiales ayudándose de una linterna
George Méliès. "En plein dans l'oeuil". Recomposición de una escena de la película Voyage dans la lune (Viaje a la luna - 1902).
© Stéphane Dabrowski / La Cinématèque Française

Pensemos en una película cualquiera que se quiera rodar hoy en día, y quiero hacer hincapié en lo de una película cualquiera, es decir, sencilla, no demasiado cara, sin grandes efectos especiales o localizaciones extravagantes como las que conforman las superproducciones hollywoodienses. ¿Cuántos recursos se harían necesarios? ¿Cuánto equipo técnico? ¿Cuánto dinero? Contestar a lo del dinero es relativamente fácil: mucho, precisamente por lo de los recursos y el equipo técnico: productores, realizadores, camarógrafos, iluminadores, escenógrafos, ingenieros de sonido, guionistas, decoradores, atrezzo, maquillaje, vestuario, apuntadores, director de fotografía, director de casting, director de directores… Todos ellos encuadrados en pre-producción, producción, post-producción… En fin, me quedo sin espacio para citar cada una de las piezas que se necesitan para conseguir una obra de arte cinematográfica. 
Aquí es justo donde reside la magia que dominaba George Méliès. En nuestros días Méliès sería una especie de Juan Palomo -me ahorro la rima- con todas las de la ley, un absoluto 'crack' de cualquier cadena de montaje de hoy en día, en las cuales el cineasta provocaría el despido inmediato de todos sus compañeros por ir cambiando de un puesto a otro sin pestañear. El artista lo tenía claro: quería hacer cine, pero no sabía más que dibujar y tampoco tenía más que un teatro, imaginación y grandes dotes de bricomaníaco heredadas de la profesión de zapatero de su padre. "Pues con esto, estamos", debió de pensar.  
Pasó de dirigir sus humildes obras teatrales a convertirse en uno de los primeros grandes cineastas considerados como tal en toda Historia del Cine. Siguiendo a los Lumière, a Robert William Paul, y algún otro nombre más de los que encabezan la lista inaugural del universo del negativo se encuentra George Meliès, conocido como el mago del cine. 
Cuando él entró en escena, lo máximo que se había conseguido grabar era una película con una duración aproximada de tres minutos en la que se enfocaba la famosa fábrica de la que salían los trabajadores tras la jornada laboral, o el tren que se abalanzaba sobre el espectador y lo hacía salir corriendo de la sala de proyecciones, como respuesta al miedo que provocaba la escena. Con Méliès las cosas tomaron otro color, y nunca mejor dicho, pues fue él el primero en ponerse a colorear negativos para darle viveza a la imagen. Su pasión por los avances de índole tanto científica como técnica lo convirtieron en todo un pionero en el mundo cinematográfico, aportando muchas de las tempranas invenciones que hizo que el cine dejara de percibirse como una atracción menor y empezara a probar las grandes posibilidades que ofrecía no sólo a nivel artístico, sino también en lo comercial. 
Terminó dirigiendo más de 500 películas entre 1896 y 1912, revelándose como el artífice del trucaje cinematográfico y del género fantástico, aportando la pirotecnia, los fundidos encadenados, los pasos de manivela, los efectos de color y los ópticos, los desplegables horizontales y verticales… Creó toda una amalgama de ilusionismos que dieron un nuevo enfoque al séptimo arte, hasta entonces entendido simplemente como algo documental, una cosa que servía para retratar otras cosas, y no para simularlas, trastocarlas o crear dimensiones imaginarias. Las primeras películas de ciencia ficción son obra suya, también las primeras pertenecientes al género terrorífico. Y en realidad Méliès hacía lo que más le gustaba: dejar rienda suelta a su imaginación, y fantasear creando un mundo a parte del que él y sus semejantes habitaban. 
Su obra capital en 1902, Viaje a la Luna, su ópera prima en 1896, Partida de naipes, o su primera peli de miedo La mansión del diablo; son algunos de los títulos que circundan la sala dedicada a la exposición en CaixaForum Madrid: George Méliès. La magia del cine, disponible hasta el 8 de diciembre (queda poco). En ella se puede disfrutar de proyecciones del director, reliquias cinematográficas como el proyector de Edison de 1897 o la triple linterna de proyección para fundidos encadenados de David William Noakes&Son; bocetos de sus personajes inventados, dibujos de los fantasmas con los que asustaba a sus visitantes, trucos de magia que en el pasado fueron capaces de darle la vuelta a la realidad… 
Recorrer esta muestra es como volver a ser un niño con ganas de tocar, ver, oír… incluso apetece salir corriendo cuando en una de las salas se muestran los efectos ópticos creados por los esqueletos o las brujas en descomposición que el artista dibujó. Una experiencia genial, justo como lo fue George Méliès. 

LO QUE NO TE PUEDES PERDER:
Le Monstre de George Méliès (El Monstruo) - Fantasmagoría

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